domingo, 21 de octubre de 2012

Capitulo 1: Blanco Lirio

Hace mucho mucho tiempo... En una fría noche de Octubre en la que el viento azotaba intensamente las ramas de los arboles y el cielo se manifestaba tan lóbrego y renegrido que no habia una sola estrella que pudiera iluminar aquella oscuridad nocturna,  nació una hermosa niña de piel nívea y cabellos lechosos. Sus ojos, de un azul intenso  incomparable no pudieron ver la tragedia que llevaba consigo su nacimiento, la muerte irremediable de su madre, quien yacía pálida y sin pulso en la cama junto con su hija de cuatro años y su cuñada, la cual le había acompañado en sus ultimas horas de vida.
El padre de la familia, pronto fue conocedor de semejante desdicha, y dejó de sonreír para el resto de sus días.
Pero tomó en sus manos a su hija y pudo ver en ella la blanca belleza indescriptible de su difunta esposa, y cada vez que la observaba recordaba cuan albar era la tez que enmarcaba tal rostro de semejante hermosura, podía ver en sus ojos, aquella mirada que tantas noches le quitaron el sueño, y sentía que aquel fruto del amor que había sentido por su esposa, era junto con su otra hija Alina, su razón de ser y el motivo por el que seguir luchando.

El otoño dio paso al invierno, y éste al finalizar, trajo consigo una espléndida primavera. Los meses no pudieron curar el dolor que cohabitaba en el corazón del campesino, pero la llegada del buen tiempo aquietó sus penas y los rayos de sol trajeron consigo la esperanza de volver a ser feliz en compañía de su hermana y sus dos hijas.

Khiara, que fue así como su madre había querido que se llamase, fue alimentada por una nodriza y cuidada por su tía Helen, en compañía de su protectora hermana, pero pronto alguien más se unió a esta familia, sin acabar de llenar el hueco que se encontraba en el corazón de todos ellos.

En una tranquila noche de verano, alguien interrumpió el silencio absoluto de la casa, golpeando fuertemente la robusta puerta de madera. Helen se aproximó a la entrada y giró el pomo lentamente: no vio a nadie ante ella, dio media vuelta para adentrarse de nuevo en la humilde posada mientras entornaba la puerta... cuando un sollozo le hizo bajar la vista: en un capacho de mimbre se encontraba totalmente desnudo un bebe de tez bronceada y ojos verdes, la hermana del campesino lo tomó en sus brazos y lo vistió, lo llevó a la nodriza, y lo acogió en su casa. El padre de las niñas, quiso asegurarse de que no habia sido robado y abandonado y preguntó por el pueblo antes de adoptarlo como hijo, nadie habia reclamado la perdida de ningun niño, asi que supusó que habia sido abandonado por sus propios padres.

Este niño creció con el nombre de Paolo, y él y su hermana Khiara crearon fuertes lazos de unión que  los hicieron inseparables.

Pasaron los años, y Khiara creció felizmente entre prados a las afueras del reino, y juegos en compañía de su hermano Paolo, y sus vecinos Jason y Peter.
 Alina, siempre se mantuvo al margen, nunca se mezcló con las niñas de su edad, y se pasaba las tardes cosiendo en su humilde aposento en compañía de su gata color ocre, mientras observaba a su hermana jugar en el jardín por la ventana. Solitaria, daba la imagen de que todo le era indiferente, su padre, pensaba que esto se debía a que aun sentía muy cercana la perdida de su madre, pero realmente era su propio carácter ,distante, y cuya actividad aislada del mundo, le hacia sentir bien, perdida en sus meditaciones.

No obstante, Alina no era la niña mas peculiar del reino.Cerca de su cabaña, a pocas manzanas de distancia, vivia un niño un par de años mayor que Khiara, éste era tan callado, que mucha gente pensaba que era mudo. Siempre se limitaba a observarlo todo detenidamente con sus ojos color negro azabache, su rostro inexpresivo y pálido  conseguía erizar el vello de cualquiera a quien pillara de imprevisto su presencia.
Este chico apodado como el "chico de los establos" estaba fascinado por Khiara, obsesionado, le seguía a todos lados, la espiaba entre los arbustos...

Sin embargo, Khiara solo tenia ojos para el hijo del leñador, el cual vivía en el interior del bosque en una muy reducida casa de madera.A pesar de su antagonismo con  Paolo, quienes siempre acababan discutiendo, o entre patadas.

 Este joven era de rasgos toscos, nariz pronunciada, pelo oscuro y piel canela, sus ojos, color turquesa, eran la causa del sonrojamiento de las rosadas mejillas de Khiara, así como de su bella sonrisa. Pero él le mostraba una indiferencia constante, que a nuestra pequeña protagonista le hacia percibirlo como alguien lejano e inalcanzable, un amor platónico e imposible...A pesar de su aparente desinterés, en su interior, Khiara era la causa por la que soportaba la impertinente compañía de Paolo, cuando quedaban para jugar juntos por el bosque.

Khiara fue la pequeña de una familia en la que la educaron con mucho amor y cariño, su hermana, indirectamente, la protegía todo cuanto podía, su tía Helen, le contaba cuentos por las noches, y su padre, le construía las mejores figuras de madera y muñecas  de trapo, pero quien siempre estuvo allí para prestarle su ayuda, fue aquel hijo de la primavera, quien le demostraba su amor como nadie, estando allí junto a ella, y cuidándola sin el mínimo descuido.

Días de felicidad le habían acompañado durante su infancia, creció entre divertidos juegos y aventuras, pero a los diecisiete años, se vio sumida en una misión que cambiaría su vida inesperadamente, para siempre.



sábado, 20 de octubre de 2012

Capitulo 2: El hechizero.

Hace mucho mucho tiempo... En una fria noche de Octubre en la que el viento azotaba intensamente las ramas de los arboles y el cielo se manifestaba tan lóbrego y renegrido que no habia una sola estrella que pudiera iluminar aquella oscuridad nocturna,  nació una hermosa niña de piel nívea y cabellos lechosos, sus ojos, de un azul intenso  incomparable no pudieron ver la tragedia que llevaba consigo su nacimiento, la muerte irremediable de su madre, quien yacía pálida y sin pulso en la cama junto con su hija de cuatro años y su cuñada, la cual le había acompañado en sus ultimas horas de vida. 
El padre de la familia, pronto fue conocedor de semejante desdicha, y dejó de sonreír para el resto de sus días. 
Pero tomó en sus manos a su hija y pudo ver en ella la blanca belleza indescriptible de su difunta esposa, y cada vez que la observaba recordaba cuan albar era la tez que enmarcaba tal rostro de semejante hermosura, podía ver en sus ojos, aquella mirada que tantas noches le quitaron el sueño, y sentía que aquel fruto del amor que había sentido por su esposa, era junto con su otra hija Alina, su razón de ser y el motivo por el que seguir luchando.

El otoño dio paso al invierno, y éste al finalizar, trajo consigo una espléndida primavera. Los meses no pudieron curar el dolor que cohabitaba en el corazón del campesino, pero la llegada del buen tiempo aquietó sus penas y los rayos de sol trajeron consigo la esperanza de volver a ser feliz en compañía de su hermana y sus dos hijas.

Khiara, que fue así como su madre habia querido que se llamase, fue alimentada por una nodriza y cuidada por su tia Helen, en compañia de su protectora hermana, pero pronto alguien más se unió a esta familia, sin acabar de llenar el hueco que se encontraba en el corazon de todos ellos.

En una tranquila noche de verano, alguien interrumpió el silencio absoluto de la casa, golpeando fuertemente la robusta puerta de madera. Helen se aproximó a la entrada y giró el pomo lentamente: no vio a nadie ante ella, dio media vuelta para adentrarse de nuevo en la humilde posada mientras entornaba la puerta cuando un sollozo le hizo bajar la vista: en un capacho de mimbre se encontraba totalmente desnudo un bebe de tez bronceada y ojos verdes, la hermana del campesino lo tomó en sus brazos y lo vistió, lo llevó a la nodriza, y lo acogió en su casa. El padre de las niñas, quiso asegurarse de que no habia sido robado y abandonado y preguntó por el pueblo antes de adoptarlo como hijo, nadie habia reclamado la perdida de ningun niño, asi que supusó que habia sido abandonado por sus propios padres.

Este niño creció con el nombre de Paolo, y él y su hermana Khiara crearon fuertes lazos de unión que  los hicieron inseparables.

Pasaron los años, y Khiara creció felizmente entre prados a las afueras del reino, y juegos en compañía de su hermano Paolo, y sus vecinos Jason y Peter.
 Alina, siempre se mantuvo al margen, nunca se mezcló con las niñas de su edad, y se pasaba las tardes cosiendo en su humilde aposento en compañía de su gata color ocre, mientras observaba a su hermana jugar en el jardín por la ventana. Solitaria, daba la imagen de que todo le era indiferente, su padre, pensaba que esto se debía a que aun sentía muy cercana la perdida de su madre, pero realmente era su propio carácter ,distante, y cuya actividad aislada del mundo, le hacia sentir bien, perdida en sus meditaciones.

No obstante, Alina no era la niña mas peculiar del reino.Cerca de su cabaña, a pocas manzanas de distancia, vivia un niño un par de años mayor que Khiara, éste era tan callado, que mucha gente pensaba que era mudo. Siempre se limitaba a observarlo todo detenidamente con sus ojos color negro azabache, su rostro inexpresivo y pálido  conseguía erizar el vello de cualquiera a quien pillara de imprevisto su presencia.
Este chico apodado como el "chico de los establos" estaba fascinado por Khiara, obsesionado, le seguía a todos lados, la espiaba entre los arbustos...

Pero a Khiara siempre le había llamado la atención el hijo del leñador, que vivia en el interior del bosque, a pesar de su antagonismo con  Paolo, quienes siempre acababan discutiendo, o entre patadas. Este joven era de rasgos toscos, nariz pronunciada, pelo oscuro y piel canela, sus ojos, color turquesa, eran la causa del sonrojamiento de las rosadas mejillas de Khiara, así como de su bella sonrisa. Pero él le mostraba una indiferencia constante, que a nuestra pequeña protagonista le hacia percibirlo como alguien lejano e inalcanzable, un amor platónico e imposible...A pesar de su aparente desinterés, en su interior, Khiara era la causa por la que soportaba la impertinente compañía de Paolo, cuando quedaban para jugar juntos por el bosque.

Khiara fue la pequeña de una familia en la que la educaron con mucho amor y cariño, su hermana, indirectamente, la protegía todo cuanto podía, su tía Helen, le contaba cuentos por las noches, y su padre, le construía las mejores figuras de madera y muñecas  de trapo, pero quien siempre estuvo allí para prestarle su ayuda, fue aquel hijo de la primavera, quien le demostraba su amor como nadie, estando allí junto a ella, y cuidándola sin el mínimo descuido.

Días de felicidad le habían acompañado durante su infancia, creció entre divertidos juegos y aventuras, pero a los diecisiete años, se vio sumida en una misión que cambiaría su vida inesperadamente, para siempre.